Después de una palabra dicha. A veces, en el mismo corazón de la palabra. Los oídos se asombran, la mirada se desvanece: helo ahí. Y desde entonces, él es fantasma.
Por Clarice Lispector
5 comentarios:
Me gusta tu blog =)
Un abrazo
bueno muchas gracias!
contenta me pone!
Cariños
Yo le regalaría el mejor poema,
que tal vez es un silencio.
(dijo un señor lindo una vez por el sur)
me gusta mucho esta foto
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